viernes, 21 de diciembre de 2007

Perspectivas de los cristales

Dos pares de ojos se observaban desde el mismo espejo, no podía entonces alejarse la idea arquetípica del universo paralelo, de una falsa sensación táctil en el contacto entre cada conjunto de dedos. La habitación estaba inundada de oscuridad y una peculiar y única luminiscencia sobre el cuerpo estupefacto frente a otra iluminación un tanto más colorida de otro cuerpo sorprendido. Las miradas escudriñaban la profundidad detrás de cada una, sólo vacío. Y entonces un suave sonido de bisagras oxidadas y una pared escindida por un rectángulo de luz. Lentamente la figura se fue alejando, caminando de espaldas hacia la puerta hasta sentir el pomo y girarse para salir entrecerrando los párpados frente al destello que arremetió contra sus ojos.

Frecuentemente se le veía caminar desde el segundo piso a través de la calle principal como una figura más, pero en mi percepción obsesiva la masa era de condición abigarrada y, por tanto, ella lucía en su vestimenta oscura, sumergida en esa inconstancia de rumbos: pasos en línea recta hacia el norte, pasos irregulares hacia el noroeste… la multidireccional cenestésica, se dibujaban trazos informes de caminos por distintas extremidades, líneas a veces azules, a veces de colores más indefinibles, describían curvas alrededor de los faros y las bancas, oscilaciones alrededor de ella en un claro contraste con la negrura que la cubría. Era difícil diferenciar entonces quién veía, muchas veces la ventana incitaba una ojeada maliciosa hacia alguna promiscua escena en la calle de las que solían ocurrir por la noche, y que apenas eran visibles bajo la penumbra producida por la lejanía de los faroles; el marco rojizo anunciaba la perversión de mis pulsiones e implantaba la confusión de observadores, la vida pública era vista desde la ventana, a través de un sujeto por una habitación, o la mujer era el centro de atención de un sujeto que la observaba a través de la ventana de una habitación, atormentador juego sintáctico. Ella caminaba aparentemente tranquila, sentía un hilo entre su deseo y el mío, rasgado fugazmente en el lienzo tridimensional por un índice tembloroso desde su lado de la acera al que yo me encontraba, tiraba de él creyendo que incitaría a sus pasos hacia el edificio, las escaleras y mi estancia, pero aquella alucinación se desvanecía con el contacto de la materialidad que conocía en mis dedos, corría después al espejo, portal a su intimidad, aunque en ese momento sólo viera reflejado orden y sobriedad en los muros.

Impresiones mentales, mimesis, imaginación, una hermosa creación de imágenes, una coreografía entre el guardarropas, la silla y las prendas, con ella en medio, danzando ligeramente, suspendiendo los brazos, rozando la alfombra y bañada de una maravillosa desnudez inasequible desde mi lado del cuarto. Así forjaba mis recuerdos, trastocados por mi delirio, que de ninguna manera consideraba obsceno, era una fascinación incontrolable por su figura contemplativa, abstraída de sus ropas no por un espíritu lascivo, sino por una verdadera admiración por su cuerpo. Y cuando cerraba la retina mental volvía a divisar una habitación ordenada y una puerta en frente. Al asomarme de nuevo por la ventana ella ya había salido del campo visual y, mientras permanecía recostado sobre el sillón que me permitía apreciar cómodamente todo lo que acontecía en la calle, ansiaba el momento en que volviese a perforar el cristal para verla frente a mi imagen mientras ella la supone como suya. Giré mi frente hacia la entrada de la estancia y salí con cierta rapidez, procurando aplicar todas las cerraduras a la puerta, sin poder evitar la contrastación entre el blanco entorno que apareció desde mi reflejo y este juego de paredes rojas, el espejo de cuerpo entero y un sillón negro con su correspondiente pila de libros a un lado. Salí entonces hacia la calle, el adorado escenario de mi tiempo libre. Sabía, por razones de poca importancia, hacia dónde debía seguir el rastro azuloso de sus zapatillas, pero no quiero detallar cómo es que puedo percibir los colores.

No hay comentarios: