martes, 26 de febrero de 2008

Brevísima poética personal

Se me ha pedido, en tanto que identidad virtual, dé a conocer este texto que flotaba tambaléandose por ahí. Espero comentarios y agresivas polémicas. Fuente: www.jccpons.blogspot.com


La poesía es reinvención del mundo. La poesía ocurre en el mundo, en la vida. El instante poético es el instante en que la poesía encarna sobre la tierra, en una imagen, una situación, un sentir colectivo o individual, etc. El poema corre detrás de este instante poético en una eterna búsqueda. Si lo logra atraparlo o no, es lo de menos, el poema está y está la vida.


El mundo existe a través de la poesía y sólo a través ella puede comprenderse y vivirse. La única justificación para la vida es la poesía, y viceversa. El poeta trabaja el campo de la vida, entendiendo la vida como el último estrato de realización de la existencia. La materia prima de la poesía es el lenguaje. Sobre todo, la poesía debe hablar, debe decirnos algo que pueda continuar diciéndose a futuras generaciones.


El quehacer poético es el acto de la universalidad, la realización del instante poético, eterno en tanto que instante.

domingo, 24 de febrero de 2008

Esbjörn Svensson Trio - Serenade for the Renegade (Live)

Ashes & Snow de Gregory Colbert. En el zócalo de la Ciudad de México

La dispersión de las emociones se torna diversa, a veces inexistente; pero caminar sobre la distancia marcada por lo líquido y verse rodeado del tinte sepia coloreando distintas expresiones de un tema un tanto etéreo, no pudo dejar de provocar ciertas sensaciones sobre quien escribe estas palabras. Quizá en algunos momentos no había elementos sorpresivos en las fotografías, pero la experiencia estética en su totalidad: música, ambientación e imagen era totalmente envolvente; todos estos elementos formaban parte de un conjunto, era una homogeneidad que permitía ser separada pero podía apreciarse precisamente en un todo.

Es demasiado aventurado suponer el sentido del título de la exposición: Ashes & Snow; pero atravesando el umbral, custodiado por advertencias para la seguridad en el recorrido y con un preludio emotivo de desesperación por la espera, desde lo visual, se trata de un universo de contrastes: una oscuridad circundante, las líneas delgadas del agua y los pasos sobre la madera, siguiendo mecánicamente a los que van por delante. Y a través de esa oscuridad como cráneo de la masa que pasa por debajo, nos saltan a la vista las figuras pequeñas que se ven como iguales frente a los paquidermos, una sucesión de notas tenues recorre las extremidades de los que observan. Quise aislarme un poco de la fila, contemplarme a mí mismo en las imágenes, apreciar simplemente el panorama que se ofrece a los ojos sin tratar de obtener un significado rebuscado para éste. Algunas veces encontraba tanta pasividad en el vacío esférico de la fotografía con dos siluetas ostensibles, pero ajenas a lo exterior; en otra era una pasión desbordante desde el objeto de atención hacia los extremos del rectángulo, danzando bajo el vuelo de un águila, una secuencia sugerente. Cada fotografía era un mundo distinto, cada una de ellas era su propio tema, su propia interpretación, pero la música y el color sepia las unía, aunque los elementos eran recurrentes y las expresiones muy repetidas, había ocasiones en las que se rompía con esa aparente monotonía por la disposición de los objetos de la imagen. Todo desemboca en la rápida sucesión de fotogramas que provocan la idea de movimiento, dentro de un mismo esquema de color y velocidad. Creo que el tiempo se pierde, al menos hasta que, como a mí me pasó, la tecnología te despierta con un mensaje de texto en el celular. Las voces desentonan un poco, según mi criterio, -si pudiéramos seguir sólo con música y el parsimonioso movimiento de las figuras- Pero la recomposición del tiempo y las prisas dentro de mi mente me llevaron a la ineluctable necesidad de huir y darme cuenta de que todo es mercadotecnia, sin considerar, por supuesto, las intenciones del fotógrafo, pues las desconozco.


http://www.ashesandsnow.org/

viernes, 22 de febrero de 2008

Sólo un pequeño párrafo

Pero la evidencia es ineluctable: una sucesión de recurrencias polarizadas, fluctuantes entre la venganza y eso que tradicionalmente podríamos llamar amor; lo etéreo por antonomasia, condición insondable de la vaguedad de nuestra certeza sentimental, expresada en portazos, objetos a los que colocamos alas sutilmente para arrojarlos de manera agresiva sobre las frentes y abrir cicatrices. Mil veces malditos clichés de la violencia derivada del rencor.

martes, 19 de febrero de 2008

Noche

Tras bajar del camión que seguiría su curso durante calles y calles que miden el tiempo no en la regularidad de una convención basada en la subdivisión de la percepción psicológica de los eventos, si no en distancias cruzadas con más o menos ímpetu nocturno, doy los primeros pasos entre la luz eléctrica que hace brillar las rocas circundantes.

Las estrellas, ocultas tras la incandescencia que la urbe proyecta en el cielo, a la vez que veladas por una capa de material gaseoso, atestiguan lo milenario y utópico de la ciudad, plagada de objetos ubicados en una posición errónea o redundante.

-La inspiración está en la rosa de los vientos- dice la cajita con un brío jocoso.

No puedo más que reír, primero sigilosamente, después a carcajadas cayendo al suelo en un acto convulso. Los pies se mueven pedaleando, las manos toman la panza que comienza a doler de tanta contracción.

Unas cuantas personas se reúnen para contemplar el aparente acto circense; La anciana del grupo enarbola un bastón, copiando el ademán de la villana de su novela favorita. Al unísono el hombre de corbata roja mira su reloj señalando al vacío en su omnipresencia, y exhortando a la cordura.

Desahogado el influjo demoledor, me reincorporo dejando unos cuantos gramos en el suelo, asidos a la perfección de las hormigas noctámbulas. La gente se disgrega como mantequilla.

-Tú siempre me haces estas cosas- reclamo a la responsable de la manifestación heterodoxa, señalándola con la pestaña superior izquierda.

En mutuo silencio, por los efectos del reciente encuentro incomprendido, me sumerjo entre las sombras del verdor arbóreo de ramas aúricas bajo el influjo de las casas. Así el trayecto destila humo de certidumbre prístina, llevándome sin sobresaltos al puesto de comida sobre la acera paralela a los departamentos.

Invoco la tregua, pues el instante ha pasado, y además frente a un local donde venden pambasos no se puede esta enojado con la cajita.

-Uno para llevar, por favor- decimos en tono discreto.

-¿Con todo?- exclama la vendedora envolviéndonos en extraña familiaridad

-Si, por favor

La salsa roja rodea al pan relleno de papas con chorizo, crema, mucha lechuga, y una sabana de salsa verde. Los pambasos son ambrosía; alimento al que Platón habría consagrado un diálogo entero de haberlo conocido.

Con la bolsa empañada por el calor de su contenido, camino a casa, bordeando el humo de las tiendas y taquerias contiguas a mí ubicación. Múltiples perros de sonrisa característica y fieros colmillos, juguetean con pelotas, o satisfacen sus necesidades de excreción ante la supervisión de sus dueños.

Esquivando algunos insalbables trozos de grietas en el suelo, asomándome a la superficie de las hojas meditabundas de una primavera en gestación, exhalando el aire con la misma voracidad que lo ingiero en el acto de vivir, llego a casa sin notar la univocidad en que la cajita y yo nos hemos sumido por esa eternidad coloreada.

Al abrir la puerta accedo a una iluminación bombeada desde el centro de un balón o libro de poesía de exaltadas palabras. El tiempo todo está aquí, sobre esta máquina blanda que palpita.

domingo, 17 de febrero de 2008

La vaguedad y las causalidades (1)

Yo conocí a Lucía en el café que bebía. Mientras degustaba el sabor amargo, su cuerpo ensombreció el libro que había dejado indiferente sobre la mesa y el líquido actuó como difuso reflejante. Al principio lo miró con un aire acusador y molesto (como ella me lo reveló poco después) y se sentó en la mesa que estaba detrás de mí. Al principio no le presté mucha atención, sólo le dediqué una mirada a su rostro en el que después vería tantas de mis aspiraciones. Pedí un postre para acompañar el café, ella no reprimió un comentario acerca de mi mal gusto culinario, y contesté en la forma en que solía hacerlo, otorgando la razón. Ella calló durante un rato hasta que volteó su rostro.

- Encima mostrarte como lector cliché, seudointelectual, seguramente cargas la antología de cuentos releídos.

- Sí, soy bastante cliché en mi apariencia, gracias por juzgarme de seudointelectual, es mejor que denostar con la mirada.

- “Denostar con la mirada.” Qué evidente impulso por imitar a tu único autor.

- Que también has leído…

- Lo suficiente como para no hacer propaganda de mi gusto por la lectura con su imagen.

No supe qué responder, en ese momento no encontraba el ánimo de confrontarla. No había dejado la portada a la vista intencionalmente, pero después de sus comentarios me di cuenta de que efectivamente el autor, aunque de mis favoritos, era ciertamente muy utilizado como referencia en las charlas diurnas en el café. Decidí entonces dejar la portada contra la mesa, y ya preveía una nueva crítica.

Nada…

- ¿Un mal día? –le pregunté como con una necesidad por continuar la charla.

- No, sólo uno en el que siento más ganas de hablar.

- Lástima que tenga que ser la víctima de tus… –iba a usar “eventuales necesidades comunicativas” pero no quise arriesgarme a una nueva arremetida- ganas…

- Descuida, a veces los días son de enojo y entonces tal vez se habría manifestado de manera corpórea arrojando tu libro hacia la calle.

- Casi parece que sólo entraste a este lugar –que era bastante pequeño, con tan sólo cinco mesas- a molestar a alguien.

- Ya te lo he dicho, son sólo ganas de hablar.

- ¿Te gustaría probar un poco de mi mal gusto culinario?

- Ejerzo el oficio de ayudante-burocrático, hábil en el almacenamiento de archivos, elaboración de etiquetas, una aburrida carta de vez en cuando y me es imposible no recostarme en el sillón sin dormir al menos media hora.

- Sin el sillón, somos exactamente iguales.

- ¿Sí? Qué interesante…

Ese tono de indiferencia cortó súbitamente la espontaneidad. Con la poca habilidad que poseo -y que entonces poseía también- de generar una conversación atractiva, o por lo menos entretenida, me había llenado de la típica presión que me provocaban las situaciones semejantes. Entonces ella soltó una pregunta.

- ¿Nada qué decir?

- Te recomiendo cocinar la palabra que aborrezcas.

- Perdí la receta hace tiempo.

- La conseguiré para ti, alguna vez intenté prepararla.

- Está bien, me has recordado bastantes palabras que me agradaría probar.

- En algunas ocasiones estoy aquí, a esta misma hora, pero sin día específico, tal vez puedas escuchar en el edificio de la esquina el sonido de un sello presionando las hojas, las grapas uniéndolas o las teclas de la computadora, somos bastante parecidos en nuestros oficios.

- Tal vez te busque aquí, no quiero volver al ambiente del que escapo, al menos no en el mismo día.

- Hasta entonces…

- Ya habrá tiempo para nombres, toma mi número, pero no llames hasta dentro de una semana, si es que no coincidimos en este lugar.

- Como tú digas…

Quise ejercer la entretenida actividad de colocar palabras en su pensamiento, pero apenas las vislumbraba en su paso fugaz por mi cerebro; desistí inmediatamente. Debo tener esa receta como separador seguramente…



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Now playing: Tool - Schism
via FoxyTunes

viernes, 15 de febrero de 2008

Atento aviso

Se reitera a la comunidad virtual asidua de este espacio (¿espacio?) la invitación, cordial desde luego, a visitar y comentar, no sólo la nueva sensación de la red (www.lechitax1000.blogspot.com), sino la recien y acertada www.jccpons.blogspot.com.

jueves, 14 de febrero de 2008

Respuestas, semi-respuestas o una aventurada palabrería

Yo y no otro yo: Por la evidente ipseidad, la pregunta por algo ajeno llama la atención. Los diálogos zappáticos a veces no son tan fáciles, pero se está trabajando en uno bajo una invitación de Adolfo Catalayu para colaborar con un post (lo cual se agradece mucho).

Klezmer: No estaba seguro de si debía responder tu pregunta, ya que por mí mismo no he experimentado este juego, no frecuento mucho esos lugares que llaman fuentes inagotables de lechitas, pero en cuanto alguno de los que aquí escribimos tenga la oportunidad ten por seguro que se hará un comentario al respecto.

Alma: A veces uno encuentra un gran sentido en estar perdiendo el tiempo. ¿por qué el cerdito de msn tiene tanto ángel a la hora de bailar? Creo que es imposible notar semejante cosa en ese adefesio virtual con falso carisma (supongo que a eso se refiere el sustantivo "ángel"). Sí, es cierto, también soy bastante adepto al messenger, pero, como buen adicto, llevo diciendo desde hace un tiempo que lo dejaré.
¿realmente el ombligo se encuentra a la mitad del cuerpo? Abandonemos las simetrías. Si consideramos al ombligo como esa especie de espiral extrañamente erótica, biológica o inusual, apenas nos encontramos en un principio sin término evidente, por tanto sin mitad.
¿por qué no me ha dado varicela? No sé si apelar a la cuestión de suerte, porque tampoco sabría calificarla de buena o mala. No tenemos respuestas para todo, y es más correcto decir, tenemos respuestas para casi nada.

Anonymous: ¿que hay de los fatasmas? serán tipo gasparin? o no tienen una historia que contar... Gasparín es un perfecto producto de la mercadotecnia. En lo personal, prefiero a los viejos fantasmas de la memoria, que por la misma condición mnemónica no dejan de contarnos historias. Claro que tienen historias que contar, las últimas veces han sido demasiado interesantes.

Alberto: Comapeñro, he de edcir que tus escritos son admirables, logras captar al esencia en palabras, cosas dificl de lograr, estos deberian de tracender, eres realmente bueno, me gustaria poder leer mas de estos, tienes alguna punto de inspiracion? No sé a quién de los diferentes documentadores va dirigida esta pregunta, y no quisiera detentarla, por ello la dejaré para la aclaración de quien interroga.

Gracias por sus preguntas, queridos visitantes. Agradecemos sus comentarios y sus lecturas, saben que de eso vivimos.

martes, 12 de febrero de 2008

12-02-08

Gracias por dejar nuevas preguntas, y por visitar la página. Pronto daremos respuesta a las preguntas -en cuanto la iluminación de Bacardi se presente por intervención del oráculo, o en cuanto dispongamos de un momento para especular que habría escrito al respecto-.

PD la reflexión sobre "lechita" será pronto, en cuanto tengamos oportunidad de probarla del todo.
http://lechitax1000.blogspot.com/

-#6-

La maduración del color
se da en capas de olvido

Florecen en la muerte
amarillas
rojas
polvorientas miradas
legadas por un néctar taciturno

prismas del vértigo a lo vacío

domingo, 10 de febrero de 2008

(10)

Dentro está el mundo, con su física cuántica inútil, con su temor mudo que se obstina en tragar el grito de escape. La salida a unos cuantos segundos de distancia; pero el bípedo se mantiene en su sitio, temblando de sudor y llanto, acallando la exhalación final con su voz contenida por lo sólido y pétreo.
¿Qué me dirás, mujer, qué me dirás del hielo bajo la sonrisa? Hay ríos de desazón, mujer. Ideas de nada, para la nada, por la nada, contenidas en un aroma. La alimentación es un acto terrible. ¿Cuántas vidas privadas de movilidad por la egoísta permanencia?
El ajo, la sangre, sobre todo la sangre escarlatada, móvil como nuestra respiración: ¿qué diferencia hay de esta materia sobre los platos, a la nuestra? El condimento, dirás; ajo o razón: Sustancia.
Yo que lo haría todo por asir esa sustancia. El máximo deseo es desarticular la nada; ejercitar el oficio de taxonomista racional y ser capaz de decir: he aquí una cabeza, aquí una inclinación al gozo, aquí la conciencia.
La nada permanece insondable, inconexa. No importa cuanto me esfuerce en aumentar la visión oscura que me llega de ella con el fino lente de la ciencia. Lo opaco permanece, acaso luce más opaco; ese es el cambio.

sábado, 9 de febrero de 2008

Es intrigante lo que una hormiguita podía contar, con su delgada voz, levantando su cabeza con penoso esfuerzo para poder mirarme a los ojos que le quedaban a una altura considerable. Sólo por aprecio a su buena intención del saludo decidí cargarla sobre mi hombro. A partir de ahí su sonrisa lo decía todo, y las palabras no hacían falta.

sábado, 2 de febrero de 2008

Kilometraje reflexivo

No puedo escapar últimamente de los cuestionamientos y reclamos personales, de cualquier manera, la situación fluctúa demasiado entre apariencias y tengo que aumentar las variaciones con las suposiciones, que en realidad están dentro de términos parecidos, pero ya sabe, doctor, que esas líneas que se elevan hacia el lado opuesto no pueden evadirse, y dificultan la deducción, atentan contra lo que parece evidente, abriendo un espacio y llenándolo con la duda, la posibilidad de-no-ser-así.

Pero no. El ensayo previo al psicoanálisis simplemente es absurdo, de cualquier manera es una predisposición hacia algo improbable, aun no me decido por acudir al sillón de confesiones casi religiosas.

Pero el problema se remite a la proyección del futuro. ¿Desea acomodar su propia melodía? Qué más quisiera, pero soy tan poco apto para ello. Apenas sé que los dedos van sobre las teclas, pisando las cuerdas o golpeando ociosamente cualquier superficie de propiedades sonoras suficientemente notables. No, dejémoslo para alguien más. Tal vez las cosas van más allá de la melodía y las tonalidades. Quizá son un gran texto, una invitación al hipérbaton.

¡Pero claro! Estupidez enorme. Tengo muchas cosas que hacer. Por eso, mejor explícame, haz mi trabajo, sé que me amas y harías todo por mí (estúpido e ingenuo). Y siempre lo he sido… La distancia era la mejor opción, y lo he olvidado. Es el precio de cerrar los ojos: volver al principio, no encontrar la puerta del cuarto del que pretendemos escapar, crear las voces imaginarias que inevitablemente se irán por la ventana de la torre más alta, más estrecha y más inútilmente construida por arquitectos mal pagados.

Pero. Volviendo a la situación del automóvil (hay que ver hacia qué lugares me llevan tantas cavilaciones) Creo que tanta alteración no conduce a nada bueno, en el sentido físico y metaperceptible. No quiero causar un accidente por tanta irresponsabilidad de haberme distraído constantemente. ¡Claro! A ti no te importa, si sólo estamos. Estar, así es, estar. Si sólo estoy cumpliendo mi función en tu vida, y porque por mi delgadez no puedo siquiera parecer un engrane, tal vez apenas soy un tornillo, y qué horrible es la similitud con lo mecánico, debería buscarme mejores comparaciones.

En fin, ya llegué. Y no me quedan más kilómetros para seguir pensando, sólo las responsabilidades de siempre. Ahora… sólo hay que seguir buscando un trayecto suficientemente relajante para seguir los vituperios y los reclamos personales.

Dinámica de aplanamiento

Salimos por una ligera ventana. El aire era de lo más pesado, así que sacudiste la cabeza en gesto de resignación y para alejar las ideas tristes. La doble función de ese ademán correspondía a la fundición de estados de ánimo tan practicada en esos días en que el humo era espejo, y la vida se cortaba con un movimiento gravemente sencillo, indicado de arriba abajo sin consideración alguna.

La noche profunda estaba linda contigo, como si cantara un batir de alas llevando el ritmo de la vibración micrométrica oficiada por las estrellas. Una tranquilidad resumaba en la bruma.

Los primeros instantes fueron correr sin dirección fija. Mover los pies de arriba abajo, desplazando el cuerpo hacia adelanta, siempre avanzando, hasta que la sensación de entumecimiento alcanzara las rodillas y resultara obligado recuperar el aliento sin detener la marcha; Las articulaciones bien encaminadas, la suma de tendones y músculos resistiendo el esfuerzo.

No fue necesario mantenernos en movimiento hasta el punto en que el cansancio nos apresara en su desesperación de infinito; el destino se mostró a los pocos minutos: luces en un río formado por varios flujos de materia indefinida, sonido de automóviles concretando un esfuerzo encaminado al cruce desde el punto más cercano de esta realidad, hacia el espacio pensado como de un origen superior.

Nos esperaban a bordo de una camioneta blanca. Tocaron el claxon para hacernos notar que estaban ahí desde la hora acordada. Sonreíste (esto por primera vez en muchos dias), al tiempo que finas lagrimas redondeaban tu rostro con su salada presencia traslucida, deslavando poco a poco las facciones, dejando a cada partir de capa y capa una luz más brillante en su lugar. Análogamente transmuté en seco.

Dentro del vehículo nos vimos entre iguales.

El motor se encendió ruidosamente.