domingo, 29 de marzo de 2009

martes, 24 de marzo de 2009

Cosas de por ahí

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Comenzó a llover, pero el agua como solvente universal no estaba esperando la semipermeabilidad de los tres hombres que siguieron caminando. Tomás, poseedor de una imagen de Jim Morrison, que llevaba resguardada en su mochila, fue el primero en notar algo raro en todo eso: la verticalidad de las líneas descritas en el aire. Generalmente cuando las gotas caen, lo hacen con cierta inclinación inducida por los vientos que originaron los cambios en la presión atmosférica que desencadenó la lluvia, pero esta vez su trayectoria formaba una ortogonal perfecta con respecto a la horizontal del suelo. A esta perplejidad se sumo la de los otros dos; por un Lado, J. nunca había visto aves con sombrilla bajo esas condiciones, y se divirtió buscándolas; por el otro Xul, no estaba seguro de que las librerías obsequiaran peces con cada compra, como veía en la esquina donde una mujer de rojo junto con un libro de Murakami, recibía de parte del librero un pez en su pequeño recipiente oblongo. La mujer de rojo fue entonces para él sinónimo del pez bibliófilo y la lluvia perpendicular, pues las aves le tenían sin cuidado cuando llovía y eran presa de las travesías oníricas de los gatos. Colmado en su atención por las acciones recién desencadenadas, inició el intento de persecución, para arrastrando los pies en la dirección definida por la mujer, llevar a los otros dos tras de sí. Como embriagado en medio de una disertación que tuviera como punto de partida nociones efervescentes de epistemología, se sintió sin control de cada una de sus extremidades, que amenazaban con empaparse o aterrizar antes de lo que tenía planeado. Tomás se quejaba por que el intento le parecía fallido de antemano, sabiendo que lo desesperado de una acción atípica acarreaba negativas por parte del sexo femenino.

viernes, 20 de marzo de 2009

Marzo

Tu, sentada como si el mundo acabara de dejar un fruto cerca de la mesa mientras en rededor todo era hojas cayendo aun verdes como helicópteros o amarillas ejercitándose como salvavidas. Uno podía estirar la mano y en seguida tenía un sombrero. Lo puse sobre tu cabeza, así la sombra fue doblemente tuya, doblemente cálida. Tenías puesta también una sonrisa de esas que elevan el mundo hasta una posición en que la luz rebota en todos lados como cuando es de mañana, en los primeros momentos del día en ciernes. Tomabas un buen vaso de jugo de naranja, mientras las palabras nos iban llenando: “¿Que puedo hacer si puedo hacerlo todo y no tengo ganas sino de mirar y mirar?” y luego de mirarnos y mirarnos supimos sin duda que aquello era la felicidad, y la mesa, los cubiertos, la comida misma, la mañana, el amable mesero, el comensal con toda su familia en la mesa de enfrente, la fuente, las confituras, los colores, eran meros accesorios de algo que tenía su raíz mucho más arriba o mucho más abajo. Tus ojos con todo el asombro del mundo, con el resplandor que el maravillarse de las cosas pequeñas, concretas, le da a la mirada de los niños, descubrieron ciertos matices en las naranjas de un árbol próximo, y entonces quisiste inmortalizarlas, pero yo con la esperanza puesta en un arrebato lúdico que pretendía encontrar en los animalitos de barro que nos ofrecían dos infantes con sendas canastas alguno con las particularidades que había vislumbrado en un sueño, retrase la consumación de tu deseo hasta que tardíamente apareció el Mayor Sabines arruinando el cuadro que tenías en mente, pero proporcionándote un mayor interés cifrado en sus maullidos y sus pequeños lengüetazas de gato, hasta que torpemente bajó y pudimos llevarlo a casa, recuperado, solventando nuestra angustia tras su desaparición.

jueves, 19 de marzo de 2009

martes, 17 de marzo de 2009

Sobre lo de seguir pasos

Por que eso de las persecuciones es solo una tentativa de formalismo. Antes, en la ciudad, quizás por la visión poética o por el constante canto que emana de sus calles, pero se había embarcado en persecuciones acompañado por R. Era cosa de sentarse cómodamente en alguna banca con una borboteante taza en la mano, y escoger al azar a algun despreocupado viandante. Lo que seguía era tratar de no perderlo en sus andares, y trazar una ruta mental en cada girar de esquina o cruzar de calle, para ir confirmando una dilucidación que culminaba cuando R lograba con solo superficiales observaciones construir el perfil vital de la mujer u hombre en cuestión, y Xul la aderezaba a posteriori con ramas y hojas caducifolias.

martes, 10 de marzo de 2009

viernes, 6 de marzo de 2009

A Puerta Cerrada First Part

"Documental de la obra. Primera parte, promocional solamente. Apóyenla por favor... dmoreno@jexproductions.com "

Buen documental, posteado aquí para apoyar la causa promocional.

Saludos

martes, 3 de marzo de 2009

A propósito de Girondo

No se, me importa un pito que las mujeres tengan los senos como pepitas de calabaza, o como racimos de uvas, que se corten el cabello a la usanza mohicana, o que se cuelguen de la enredadera doscientos kilos de alcohol y mescalina, que en las manos se coloquen los huesos flacos de sus húmeros (y hay, parís con aguacero) para cantar rondas desérticas o selváticas con el choque de los huesos, que lleven en los ojos la insignia de la calavera (the window of the skool) y no se cuantas más mezclas de acero y vodka, para hace seguir lloviendo cavidades y letargos. Pero eso si, y en esto la irreductibilidad corre a grado sumo, no les condono ni en pequeñez insular que no sepan flotar, por que de hacer separar los pies del suelo está tallado el camino a los cielos.

lunes, 2 de marzo de 2009

No puedo dimensionar el trazo muerto, ni los días en cascada sobre mi espalda. Todo lleva un peso que le es propio, que conduce como río las figuras inmanentes a los ojos; esa clase de prefiguraciones que de la mente llega al mundo para entonces regresar con un esquema sabido de antemano: apriorística perfecta, con pretensiones sintéticas.

El mundo como un artefacto de pestañas, o como una base del número cinco con agujeros o pececillo agusanando sus entrañas, pero la vida está más allá, en esos agujeros o en esas agallas que para el caso son el mismo espacio vacío, sin posibilidades de representación.

El vuelo de las aves es un ave, y meditamos todos, quizás con la cabeza abajo, o con los ojos puestos en otro lado. Quizás con las manos colocadas frente a los ojos para bloquear cualquier iniciativa de fuga. Es tan fácil dejarse llevar por…