No puedo dimensionar el trazo muerto, ni los días en cascada sobre mi espalda. Todo lleva un peso que le es propio, que conduce como río las figuras inmanentes a los ojos; esa clase de prefiguraciones que de la mente llega al mundo para entonces regresar con un esquema sabido de antemano: apriorística perfecta, con pretensiones sintéticas.
El mundo como un artefacto de pestañas, o como una base del número cinco con agujeros o pececillo agusanando sus entrañas, pero la vida está más allá, en esos agujeros o en esas agallas que para el caso son el mismo espacio vacío, sin posibilidades de representación.
El vuelo de las aves es un ave, y meditamos todos, quizás con la cabeza abajo, o con los ojos puestos en otro lado. Quizás con las manos colocadas frente a los ojos para bloquear cualquier iniciativa de fuga. Es tan fácil dejarse llevar por…
1 comentario:
...menos que las plumas.
Leído en voz alta, y sin saber (antes) nada más que la ausencia del título, pareciera algo como transportes dimensionados. Aunque claro, debe ser producto del interés por pasos.
Me gusta bastante.
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