lunes, 28 de marzo de 2011

Epoche


Boca arriba con una mirada distendida entre dos puntos, seguía con las patas delanteras el trayecto de las líneas de tela blanda, modulándose como pasta en la oscilación propia de las tiras de luz mortecina. Estar nuevamente ante Muybridge, con la mirada virginal de lo inmóvil, del tiempo modelado en la solidez del granito. Lo monolítico, habríamos dicho, si se fuera capaz de tal tabula rasa donde imprimir la cera, donde darnos cuenta de la preeminencia de la res extensa sobre las otras presentaciones posibles para lo viviente.



martes, 22 de marzo de 2011

Ella estaba de pie. Apresurando el paso sentía la alteridad de la tarde. Alteridad, vaya palabra en desuso, pero así era ella, una arqueología de las expresiones matutinas. Quizás deba decir que no era muy guapa, pero llevaba una tormenta en la cintura. Cada vez que alguien volteaba a ese estrechamiento de su parte media, era la revolución o su memoria la que devolvía un estallido de pólvora. Pero hay que decirlo en sentido amplio, no era solamente su capacidad sensual,sino el vaivén propio de las mareas; cercana a la playa como había sido desde su infancia, la ciudad que ahora acaparaba sus avatares de adulta lucia insulsa y descolorida.

Pero volvamos al presente, a ella orbitando otro plano. Había visto el atardecer tantas veces morir con el sol colgado de lo más alto de un árbol, y por eso de pie frente a la ventana, esperaba al menos las fanfarreas anunciando su precipicio. También se habría conformado con la mirada de las palomas, incapaces de manos profanatorias

sábado, 5 de marzo de 2011

Este Blogg nació de un cuento de Borges

Se había dejado invadir por el sabor de la sopa fría. Generalmente, el gusto ácido en su boca acrecentaba las ganas de la cerveza oscura mezclándose en el paladeo de las partes más saladas, como la galante mezcla de una […].

El sabor de la sopa le gustaba por el parecido indecente con los platos vertidos sobre el vientre de su amante. Con la lengua se encargaba de retirar el líquido extendido a ras de piel.

-No puedo decir lo impensable

Las manos artríticas sobre la escritura, el encuentro candente con una lengua

Una taza de café al borde de la melancolía

Los movimientos convulsos de un pez afectado de aporía

Por todo eso del gran incendio del mundo

La media noche