Hoy en día la seguridad es alimentada por las máquinas de cálculos, que examinan ángulos de penetración, fuerza y empuje, desviando la fe de las regiones celestes, a las manos del Homo Fabris:
(Efigenio Bacardi. Los días y los trabajos)
Mira que luces, había dicho ella, antes de perderse en un mar de insomnios provenientes de lo profundo de las casas vecinas, resumando rastros de alcohol que adquirían vida propia al tiempo que se llenaban de alguna clase de personalidad que las hacía viscosas al tacto. De pequeña amaba los juegos de luces. Cada época del año que presentaba flores fugaces en su menú, era motivo de entusiasmo por parte de la pequeña, quien apuraba a los padres al momento de dirigirlos hacia el lugar escogido para el espectáculo de esa noche. La vez anterior había sido un judas rechoncho con aspecto del político de moda. El primer lugar en la elección de los jueces representaba cuanto poder fáctico poseía para general revuelo. A la primera llama prendían rete bonito, y la pequeña dormía profundamente al llegar a casa, con toda la tranquilidad del mundo.
· Wadly, de ahí lo que se dice es un misterio. Nos han contado que es un pueblo prácticamente abandonado, donde los minúsculos y escasos habitantes, se congregan en el paradero de autobuses a levantar temor entre los visitantes, mediante el hábito de recibirlos con duras caras inexpresivas; sus rostros despojados de la última gota de líquido, llevan impreso un plano desértico, expresión microcósmica de las grandes llanuras de polvo de estos parajes. Se dice también, con un matiz más adusto, que los jardines de árboles secos que amurallan las partes más externas del pueblo, tienen el mágico atributo de hablar cuando el viento se cuela entre sus raíces dispersas fuera de tierra, los más aventurados aseveran que son cánticos de fantasmas, o invocaciones de alimañas humanoides, los más recatados dicen que solo es el viento.