Hechos y dichos de Efigenio Bacardi
domingo, 19 de junio de 2011
martes, 5 de abril de 2011
De lo provisorio
Y mira, puedo recordarte tomándome de la mano para hacerme subir al árbol con sus hojas como palmas abiertas. Tenias en la boca la carne de los frutos rodeando el contorno de tus labios, y yo pensaba en el tiempo que nos llevaría encontrar los caracteres rocosos, los indicios de una naturaleza apoderándose de los monumentos humanos. Pero no era tan importante, yo quería besarte, y una mordida dulce era suficiente para enfocarnos en la antropofagia, ese modo de invocar otro tiempo. Y por ahí se puede leer el sacrifico de amor cortés de los amantes, corazón bajo cubiertos en la equidistancia de los bordes del plato, y la ingesta diegética, la narración que lleva a la sangre entre los molares y el trabajo de los incisivos la vida del otro, su latido suave. Una historia, y tus ojos abiertos como enigmas, mientras afuera la lluvia
lunes, 28 de marzo de 2011
Epoche
martes, 22 de marzo de 2011
Ella estaba de pie. Apresurando el paso sentía la alteridad de la tarde. Alteridad, vaya palabra en desuso, pero así era ella, una arqueología de las expresiones matutinas. Quizás deba decir que no era muy guapa, pero llevaba una tormenta en la cintura. Cada vez que alguien volteaba a ese estrechamiento de su parte media, era la revolución o su memoria la que devolvía un estallido de pólvora. Pero hay que decirlo en sentido amplio, no era solamente su capacidad sensual,sino el vaivén propio de las mareas; cercana a la playa como había sido desde su infancia, la ciudad que ahora acaparaba sus avatares de adulta lucia insulsa y descolorida.
Pero volvamos al presente, a ella orbitando otro plano. Había visto el atardecer tantas veces morir con el sol colgado de lo más alto de un árbol, y por eso de pie frente a la ventana, esperaba al menos las fanfarreas anunciando su precipicio. También se habría conformado con la mirada de las palomas, incapaces de manos profanatorias
sábado, 5 de marzo de 2011
Este Blogg nació de un cuento de Borges
Se había dejado invadir por el sabor de la sopa fría. Generalmente, el gusto ácido en su boca acrecentaba las ganas de la cerveza oscura mezclándose en el paladeo de las partes más saladas, como la galante mezcla de una […].
El sabor de la sopa le gustaba por el parecido indecente con los platos vertidos sobre el vientre de su amante. Con la lengua se encargaba de retirar el líquido extendido a ras de piel.
-No puedo decir lo impensable
Las manos artríticas sobre la escritura, el encuentro candente con una lengua
Una taza de café al borde de la melancolía
Los movimientos convulsos de un pez afectado de aporía
Por todo eso del gran incendio del mundo
La media noche