viernes, 23 de noviembre de 2007

Una conversación que tuvo Efigenio

(Esto resulta extraño, tanto para mí como
para mis colaboradores doxólogos, pero...)
para Víctor

Dio a charlar Efigenio Bacardi con un hombre que hablaba demasiado. Tanto hablaba este hombre que pronto Efigenio comenzó a repasar los pocos versos del Paradise lost que se sabía de memoría. Dio Efigenio entonces a ignorar lo siguiente:

"No Víctor", le dije esa noche como a mediados de verano, acepto que llovía y siempre que llueve las gotas traen un poco de ganas de vino y "novíctor", le dije "primero le compras un vino de Alsacia o de Borgoña", le dije "después preparas una cena rica", le dije aunque sabía que no haría caso, que yo no era quién para decírselo, y que Víctor no podrá cocinar una cena rica por más lágrimas que le cortara a la cebolla. "No Víctor, primero enciende el fuego de la estufa, lo ves como se eleva buscando la noche, por eso Víctor, por eso se cocinan las cenas de noche" le dije, "y por eso se deja la ventana abierta cuando uno cocina la cena". El radio, bastante malo, tocaba ese disco de Miles Davis que a Víctor tanto le gustaba, como le gustaba también levantar la antena del radio aunque escucharamos un cd que yo acababa de comprar y que él estaba apunto de robar. Comenzó When I fall in love, "no Víctor, uno debería esperar para escuchar esta canción a que la cena esté lista y la botella del vino a la mitad" le dije, "olvídalo Víctor" le dije cuando iba a cambiar la canción, "de todas formas no tienes el vino" le dije. De todas formas Víctor estaba un poco ebrio y a mí siempre me gustaba la idea de tomar un trago de pox a lo coleto con Víctor justo antes de que viniera la mujer que siempre venía y que siempre se iba dejándole el deseo cortado a Víctor, "no Víctor no tomes más pox" le dije, "hoy tienes visitas Víctor" le dije. Cuando Víctor me echó de la cocina bastante furioso y mareado de pox, y bastante plantado, yo todavía resitaba el Cántico de san Juan con un ritmo bastante danzón que la borrachera había impuesto. "No Víctor" dije cuando comenzaba a sentir la soledad de mi departamento, "no me molesta la soledad Víctor soy buen compañero de mí mismo" le dije, y le hice un guiño al espejo. No suelo ser tan torpe y no, no voy a dar mi nombre, porque "el nombre hace al hombre" le dijeron a Perceval y el pobre salió de su casa caminando a la derecha. Pero pobre cuál, suertudo él que pudo adivinar su nombre y, sin saberlo, adivinarse a sí mismo. Pero supongo que es sencillo cuando uno comprende su destino y entonces comprende quién es, como le paso al bueno de Perceval frente a su prima, entonces uno no adivina su nombre, lo deduce. No tardó Víctor en golpear a mi pueta con su botella de refresco de manzana y el disco de Miles. "Sí Víctor, puedes pasar y...".

Dio Efigenio a la carrera cansado de la charla en dirección al lugar que nadie sabe. A todo esto yo no uso firefox, por flojera y porque creo, ciegamente, que mientras word funcione y el ridículo media player no me falle cada tanto, puedo sobrevivir sin el esfuerzo innecesario.

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