martes, 6 de noviembre de 2007

Del divorcio y otros mitos prometéicos

Frankeistein o el moderno Prometeo es el título original de una hermosa aunque muy parodiada novela de Mary Shelley. La referencia al titán aquél, aunque muy frecuentemente olvidada o ignorada, es tomada directamente de un viejo mito cuya versión en manos de Guillermo Cabrera Infante cito a continuación:

Ahora un poco de esa historia más antigua, mito mutuo. Prometeo, uno de los titanes, era en su juventud poco más que un prestidigitador de sombrero de copa y capa, cuando se le ocurrió inventar al hombre. ¡Presto! Y lo hizo, ya sabemos que lo hizo. Pero lo hizo de la arcilla más barata. El hombre, como el ladrillo, para cocer necesitaba el fuego, y Prometeo, ceramista, lo robó de la fragua de Hefesto, nefasto a quien algunos íntimos llamaban Vulcano. Estos sicofantes de Hefesto, en efecto, vivían y morían bajo Vulcano. Al conocer el robo de la llama eterna, Vulcano eruptó en ira, expelió gases y vomitó lava. Zeus, lava la lava, condenó a Prometeo a un martirio que duró duro mientras duró: los dioses, como se sabe, no mueren, sólo se transforman. Pero no pudo cumplir Prometeo lo prometido y no tuvo tiempo de crear a la mujer. Zeus, celoso, se encargó de hacer a la mujer a su medida y la llamó Pandora y le regaló para la boda una caja cofre. Dentro del estuche, aparentes bombones pero en realidad una bomba, estaban todos los males del mundo —incluyendo, por supuesto, el feminismo, que es como llamar al pan, vino. "Recuerda no abrir la caja de Pandora, Pandorita", recomendó Zeus con un guiño, insinuando que la caja tenía resonancias sexuales. Pero Pandora abrió su caja y —bueno— aquí estamos: hijos de una caja y un ladrillo. Mientras tanto, Prometeo padecía eterno. Pero el hombre vive demostrando que todo ardor perecerá. Eso se llama divorcio.
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Nota escasamente coordinada:
Tras unas cortas vacaciones (con todo y gracias al Festival de la palabra y al hotel NH Centro Histórico), esto es lo que tengo que decir:
Francisco F. Borregui ha negado, cordialmente como suele, el permiso necesario para dar información sobre su vida, obras, dichos y hechos. Lo siento por los que solicitaban su tan exitante historia. De todas formas nos ha conferido permiso para contar algunas de sus más espelusnantes historias, siempre y cuanto no sean más que hechos aislados en la totalidad de su existencia.
En cuanto a la trinidad o el goce de hacer chistes sobre cristianismo en uso de una lengua tripartita, no creo que sea posible reinventar trinidad más grande que la dirigida por los tres más sublimes sacrificios estóicos de la humanidad. Claro, los tres realizados por el más puro deber de amor. Y sé que saben esto, pero me refiero a Jesús muriendo en la cruz para salvar a la humanidad, Sesgismundo entregando su amada a su rival para salvar su honor (la historia es bellamente referida por Calderón, en el buen sentido del apellido), y (tal vez el más grande) la muerte Cassius en manos de Aioria, que se sacrifica para que Seiya no muera, prefiriendo la felicidad de su amada Shina ante la reprobación del público en general.
Los bicicleta seguimos con la delantera, lo cual atribuyo a que tenemos entre dos y tres ruedas más que los famas y los esperanzas juntos.

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