viernes, 14 de marzo de 2008

Carta al insomnio

Preparo unas quesadillas, o las escribo, por que los papeles se invierten y así como la traslación se vuelve rotación y a la inversa, las papilas gustativas ceden a la colocación de las manos –expresamente en las puntas de los dedos-, y el tacto pasa a la lengua con todas sus células puntuales palpando los sabores en una transcripción sin detenimientos ni orgasmos –nuevamente una palabra que se vuelca por si misma en el camino, con mucho ímpetu por llegar. El combustible Zorn está exquisito en la noche de estrellas parlantes y altos pardos sin traba transparente-.

Estoy aquí, hundido en la columna sólida, como un hombre de Boligoma: Respiro y reformulo: Es entonces la pared la que esta hundida en mí: me suena a un solipsismo de altos vuelos, siguiendo ese linaje terminaré como Demiurgo en el centro, eterno e inmóvil: Tanta magna idea es producto de los jitomates quemándose sobre el sartén, me he replanteado el sacarlos de ahí, pero la espátula de hule carece de la agarradera pertinente, además esto de ser el ser no es desagradable, es como una inyección de morfina, o una aspiración de manto verdi-blanco.

Ahora llega a mi menta esa vieja imagen de clases: Verdul. La verdulidad es un grifo-equidna, un homenaje a lo quimérico.

Por las bocinas de TV resuenan las guitarras, la electrónica, la voz que desgarra la altitud. Un aroma se eleva entre un tremendo solo. El saxofón implacable se anuncia con el previó trastoque de un órgano eléctrico cortando el vientre de la decencia, es como ver una corbata despanzurrada que permite notar su interior vertido en lo amplio de un charco de felpa. Hay terror y éxtasis volatilizando el estómago.

La rítmica en mi cabeza, y solo hay una postura, una forma, un grupo de dientes sin lavar perforando el vértice de los círculos de maíz. Patton, Patton, Patton, gesticula como solo el sabe, yo me mantengo en el movimiento de lengua que escribe sobre el teclado sin voz, privado de automatismo por las cápsulas de instanciación.

Vos dirás: quizá estoy loco y todo estalla en piesecillas para adormilar insectos, pero esto es más complejo, como un rompecabezas de varias dimensiones y escalas, con borde de piezas rectilíneas. Un futuro gira como canicas sobre el cetro de la puerta. El futuro de la reflexión, es la maravilla turbia.

La madrugada se construye en un respirar lento…

El despertador suena y yo apenas comienzo a entender

1 comentario:

Adolfo Calatayu dijo...

"Eran tantos los que habían faltado al banquete que si falta uno más no caben en la sala".
Macedonio Fernández

Queridos amigos: traigo aquí esta cita porque el post me recordó el título de un ensayo de nuestro genial Macedonio que era "No todo es vigilia la de los ojos abiertos".
Un gran abrazo a ambos