lunes, 3 de agosto de 2009

Te pusiste a pensar. Viste a Lepus acomodándose brillante, apenas bajo Canis Minor, y supiste entonces que la pretensión del reloj en tu muñeca de sacar a descubierto lo más íntimo del tiempo, se quedaba en una promesa de las que suelen elaborarse repisa para atrás, cuando la maquinita brilla como un corazón metálico pulsando el latido sin contratiempos, y la vitrina límpida aparenta sonreír cuando en realidad va preparando con las manos ocultas tras la espalda, la hincada definitiva que estalle el globo terráqueo en gajos. Son las nueve, exclamaste con seguridad determinante. Lorenzo de Tena detestaba la luna por ocultar las estrellas, pero en una extraña conciliación de espesores y alturas, lograste abrirte paso entre interferencias, y ver con ojos bien abiertos lo centelleante de esos puntos suspendidos. Ahora hay mejores telescopios, dijiste, con una dulce sonrisa, mientras el escalofrío subía por tu espalda, llegaba hasta la nuca y entonces decidías soltar tu cabello, dejarlo caer sobre tus hombros. Que bien te veías, observando a un lugar lejano, más allá de la plaza rebosante de charcos de lluvia; Bella con tu cabello negro, formas de noche y tacto. Los ojos y el tacto, los labios y el tacto, las manos y el tacto. Toda tacto como un rostro vuelto hacía el sol, que enseguida encontraba su correspondiente reflejo en los faroles amarillos, en el gusto cálido a chocolate que te llevabas a la boca. Y el sabor amargo es un misterio. Y las manos que se buscan en el agua de la noche el misterio de misterios. Dando vuelta al periódico como a los trazos de tu cabello. Cada letra en el papel tenía una línea correspondiente escurriéndose entre los dedos. ¿Recuerdas una taza de café? Luego el calor abriéndose paso, un brazo rodeando el frío desde los faros. Un dibujo apenas legible. Tú caminando, y unos ojos, y una sonrisa, y una fotografía, y un charco de luz sobre la mesa de noche.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Y la piromanía que también se presentó ayer, pero ocultándose las explosiones en mi pecho. Tu voz relatora tan ecléctica junto al sonoro juguete y las explosiones otra vez.
Implosiones bellas.

: ) -con infinidad de paréntesis finales-