viernes, 11 de abril de 2008

Relativa ausencia de Efigenio Bacardi y una carta equívoca

¿Y qué pasó con Efigenio? me dijiste. ¿Recuerdas la carta? ¿recuerdas cualquier carta? Las hay largas y cortas; las hay que llegan y que no llegan; pero sobre todo las hay escritas para enviarse y para no enviarse. ¿Y qué pensarías tú de mí ahí hablándote de cartas y cosas que ya sabes? Es en vano que escapo de tu ausencia, decía aquella carta, es en vano que intento escaparme de tu ausencia milenaria, de este mi cuerpo tan tuyo donde no estás, de este mi cuerpo que es tu ausencia, es en vano que intento desprenderme. Efigenio Bacardi -que en su nombre se reúnen remitente y destinatario- leía las líneas como quien lee llover. Es en vano que intento desprenderme de estos mis pies desnudos entre las sábanas frías de tu ausencia, en vano estiro los brazos a la ventana ausente, no hay nada más que un vacío infinito en el que no estás, y que en su deber de vacío no deja de absorverme. ¿Pero qué pasó con Efigenio? preguntabas, y qué podría decirte yo: al diablo con el Efigenio E., que no hay que no podrá con la respuesta intermitente de tus ojos, que no lo sé que se perdió por la mañana... Que la soledad es una confirmación plena de la presencia pero este vacío de tu ausencia no es silencio no es lugar, es la pura forma de algún dios que se ha perdido. Tomabas la taza de té entre tus labios, pero qué diría el té, qué será del té que por tu boca, qué muerte süave con diéresis junto a tus labios; pero que qué pasó con Efigenio. Es en vano que intento desprenderme de tu ausencia. Habita en el borde de mis párpados, esta ausencia es lo que ocurre al despertar, y para qué quiero mis ojos. Mis ojos aquéllos, jamás los vi, pero al cerrarlos tu ausencia milenaria preguntaba que qué diantres conmigo, que una taza de té, que una apenas caricia. Y Efigenio que era remitente y destinatario de una carta escrita para jamás enviarse pero que fue enviada irremediablemente, tomó el último sorbo de su expresso doble cortado, pagó la cuenta sin pedirla, y salió a la calle con el sol hiriente todavía. Y todavía me sales con que qué fue con Efigenio.

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