martes, 22 de abril de 2008

Maúllo matutino


Ante todo, Bolován (sic) es el más grande de los gatos. Un rinoceronte enfadoso oprime su pecho en la soledad, y el peso de tres mil elefantes y uno más descanza sobre su lomo. Por eso Bolován trae memorias de Salammbô vistiendo a Tanit, y por es su maullido pareciera surgir, no ya de su estómago, sino de un mar lejano y casi ausente donde los amores imposibles en brazos del enemigo se cantan en exámetros heróicos.

Su nombre, casi un insulto a sus instintos de la poesía más prmigenia, procede de algún ciego primer padre que no alcanzó a leer en el espacio entre sus ojos aquellas leyendas provenientes de la puerta de los sueños, ni vio en sus garras las manos fundadoras de mil imperios. Debido a su horrible nombre, Bolován es conocido por sus cercanos simplemente como Gato.

Gato al fin y al cabo, se levantaba todas las mañanas con un griterío de los mil inframundos. Algún día escuché quien quiso reprimirlo con comida de gatos. ¡Gatos habría que haberle dado servidos! Quien no viera en su llanto el gemido de Dido sobre las costas de Cartago, quien no viera en sus ojos la mirada de Salammbô ante Mâto agonizante, quien, en fin, no pudiera responder sus maúllidos en los más bélicos endecasílabos heróicos combinados con suaves heptasílabos sáficos, quien no pudiera hacer todo eso, o intentar hacerlo ante su sólo ronroneo, no ha sabido jamás nada de guerras, amores o gatos. Esto hay que decirlo.

Gato, para el final del día, con sus ojos azules de los más de veinte siglos que se trae encima, gusta de tener una mano cerca de su oreja, ronronear como un guerrero insensible que descanza tras la victoria, y caer dormido sus buenas dieciséis o más horas diarías; que de ser cierto lo que el aleteo de su cola parece sugerir, se las trae bien merecidas.

Sueña sueños lejanos Gato, burla mujeres en las costas de Cartago, monta elefantes en desiertos arenosos, tienes el tamaño y la profundidad en tu bostezo Gato para hacerlo, y no permitas que te llamen por un nombre si no es digno. Tu imperio de los mil siglos ha caído, pero no tu lomo lento y largo, ni tu ronroneo bélico y süave: así, con diéresis, que te las traes bien merecidas.

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Salve, oh Gato.

Tales de Mixcoac dijo...

Todo bien merecido, buen Gato

Anónimo dijo...

Lo sé, no hay gatos en la luna, no es cierto, es que a veces la noche maúya. Pero no podríamos pensar en este gato, en este Gato, como en la luna misma?