domingo, 11 de mayo de 2008

Pequeños sucesos inexplicables

El tiempo se agolpaba alrededor de distintos itinerarios que hacían las veces de represa, conteniendo el paso impetuoso de los acontecimientos ideados con antelación. Santiago caminó el habitual trayecto desde el paradero de autobuses hasta el subterráneo, transitar que se había acostumbrado a realizar en completo silencio, eludiendo así el vértigo que propiciaban las palabras. Miró su reloj, las manecillas sobresalían incisivas denotando el deseo de hendir cualquier espacio descubierto en su preocupación aletargada, calló un auto-comentario que había amenazado con externarse simbólicamente mediante la pulcra ejecución de una mueca a manera de sonrisa por parte de sus labios, y dió unos pasos hasta hallarse a la distancia propicia para saltar al interior de la zanja que se erguía con la imponencia de un rascacielos en medio de las vías.

Lo que a ojos comunes pareció un intento de suicidio, y en su momento presionó el botón de ignición de gritos y preocupaciones de testigos, se trató de un acto totalmente premeditado para salvaguardar las libertades absolutas de nuestros conciudadanos… Primera plana del “Gráfico”, ejecución magnífica, visitar a Santiago –Nota: Llevar Flores-

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