jueves, 13 de noviembre de 2008

De un Joven E. B. en circunstancias genéricas (tal como las tragedias hablan de lo particular para hacer referencia a echos universales)

Digamos que todo esa mañanba había dado oportunidad al caos. El primer pensamiento al salir de casa se extravió entre el tacto de mis dedos, al percatarme de lo mal rasurada que estaba mi barba, dejando entresentir lo liso de la piel de mis mejillas y barbilla, anexo a la aspereza de una lija que apenas comenzaba a presentarse con el convencimiento de las cordilleras australes,cedía sin aviso a un nuevo claro.

Entonces estaba yo ahí, de pié con una flor amarilla en la mano, y la mente clorada por el cambio de tópico propuesto por la epidermis. Lo que se me ocurrió inmediatamente (más como un reflejo análogo al parpadeo, que como una luminiscencia submarina) fue sonreír, pero esta bien visto que las mujeres no responden a está instancia cuando uno se presenta balbuceando quirúrgicamente imbuido en el mejor traje que la beca de estudiante puede proporcionar, y para colmo con la variedad vegetal exacta que posee la peculiaridad de disparar un grave caso de alergia.

Así tras una inesperada a todas luces, visita al hospital, me vi regresando a casa con una soledad contrastante con el espectacular comedia-romántica erguido orgulloso frente a casa, y un vacío en el bolsillo correspondiente a las llaves dejadas en una hipoalergénica sala de espera.


No hay comentarios: