miércoles, 24 de septiembre de 2008

Un par de problemas (mundanos)

Loco de locura
con el velorio de cristal…
Loco de locura


-Si acaso unos cuantos pesos.

Las voces rebotaban con los objetos metálicos, solidamente colocados en la entrada del Bar. Junto a la barra un par de hombres y una mujer bebían solitarios, como ínsulas secretas.

En el punto más cercano a la puerta, fatigado de esperar, pedí un tarro más de cerveza, dispuesto a liquidar el acumulado de la noche en cuanto el último sorbo se rebajara a un recuerdo del líquido color ambar.

-Entonces perdiste todo.

En seguida pude recordarlo, la imagen de mi madre cruzando la puerta de la cocina, preparando pechugas de pollo rellenas con jamón, queso, y espinacas. Un fragor en el patio de enfrente, seguido de un resplandor como de cientos de soles estallando.

-Al menos sigo aquí…

El cenicero es una respuesta, igual que el temblor de los labios mientras se llevan un postulado de solución a la boca. “¿Cómo saber lo que pasó?”, palabras del médico frente a un cuerpo hueco.
-…
-No se que dirá mi mujer.



La noche boca abajo enseña los dientes. El frío cruza las pestañas, se guarece entre los huesos; la médula palpita para alcanzarse.

1 comentario:

Adolfo Calatayu dijo...

Es que el alcohol se enfria rápido en el cuerpo por la noche,lo cual no deja de ser una verdadera pena para el alma.
Un abrazote.