lunes, 8 de noviembre de 2010

2-2-78

Todo ese parloteo llegaba sin ningún sentido, que marlopa, Que farla, pero sin contar los dedos amputados por la corregidora, o el alboroto arriba de las casandras, incendidas por tanta melancolía melómana. Siempre me había escuchado poniendo a Bethoven a todo volumen, pero esto era demasiado, se nos escapaba en el buen sentido, ese de los pájaros dando pequeños saltos y los platos llenos de frijoles. Los gatos estaban atentos a las variaciones mínimas de la temperatura, con sus bigotes-termostato, apuntando para todos lados, tratando de captar algo en microondas al menos, una señal de radio, que solo fuera posible con cierta temperatura; devenir todo ese estudio en causalidad, era necesario, pues de calor no entendían nada, pero si mucho de las estaciones radiales y sus concomitancias climáticas.

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